Los afroargentinos son los argentinos que tienen la totalidad o mayor parte de su origen étnico procedente del África subsahariana. Han contado con un papel importante en la historia del país ya que llegaron a conformar más de la mitad de la población de algunas ciudades durante el siglo XVIII y ejercieron un profundo impacto en la cultura nacional, pero disminuyeron marcadamente en número a lo largo del siglo XIX y desde fines del mismo pasaron a ser una minoría muy pequeña, tal como en la actualidad.
Perfil
demográfico y distribución espacial de afrodescendientes de y en Argentina
Noviembre 2021 Dirección Nacional de Población
PRINCIPALES RESULTADOS
■ Según los datos del Censo del año
2010 el porcentaje de población que se
reconoce como afrodescendiente de y en Argentina es del 0,4%.
■ Un 92%
de la población afrodescendiente nació en Argentina.
■ Del
total de la población afrodescendiente nacida en otro
país, un 90 % nació en otros países latinoamericanos.
■ La
población afrodescendiente se encuentra más masculinizada y presenta una estructura por edad menos
envejecida que la población total del país.
■ Al
igual que la población general, más de 90% de la población afrodescendiente reside en áreas
urbanas.
■
Respecto a la distribución territorial, las provincias que
en términos absolutos presentan mayor cantidad
de población que se reconoce como afrodescendiente son: Buenos Aires (57.496),
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (15.764), Entre Ríos (12.665), Santa Fe (9.591)
y Córdoba (9.430).
■ Los
departamentos que en términos absolutos tienen mayor
cantidad de población que se reconoce como afrodescendiente son: La Matanza-
Buenos Aires (6.793), Rosario-Santa Fe (4.849), Capital- Córdoba (3.973),
Uruguay[1]Entre Ríos (3.404),
General Pueyrredón-Buenos Aires (2.811), Avellaneda-Buenos Aires (2.792), y La
Plata-Buenos Aires (2.639).
■ La
provincia con mayor tasa de población
afrodescendiente por cada 10.00 habitantes es Entre Ríos (100,9), seguida por
Chubut (74,8), Ciudad Autónoma de Buenos Aires (52,1), Tierra del Fuego (50,2),
Río negro (44,9) y Santa Cruz (44,4).
■ Los
departamentos con tasas más elevadas por cada 10.00
habitantes son: Feliciano-Entre Ríos (1084,7), La Paz- Entre Ríos (387,2),
Uruguay- Entre Ríos (332,7), Sarmiento- Chubut (301,1), Maipú- Buenos Aires
(189,2), Jiménez[1]Santiago del Estero
(185,0) y Gastre- Chubut (151,3).
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La llegada de africanos subsaharianos al territorio
actualmente argentino se debió originalmente al comercio atlántico de personas
esclavizadas que llegaban directamente desde África o desde otros lugares de
América, especialmente del sur de Brasil, durante la etapa de la dominación
española en la región y durante las primeras décadas posteriores a la
independencia argentina.
Aparte de esa inmigración forzada original, a fines del
siglo XIX comenzaron a llegar inmigrantes negros oriundos de Cabo Verde; pero
estos no lo hicieron como esclavos sino por voluntad propia debido a la fuerte
crisis económica y social que había en la entonces colonia portuguesa. Dicho
flujo migratorio continuó en pequeña escala (con un gran incremento en la
década de 1920) hasta la década de 1940, y actualmente se calcula que en
Argentina habitan alrededor de 300 aboverdianos, en tanto que los
descendientes (con un grado significativo de ascendencia) del total histórico
de esa inmigración son más de 10.000.
En este momento existe una pequeña oleada de inmigrantes procedentes
de África occidental (principalmente de Senegal) que comenzó en la década de
1990, en tanto que hay una minoría de negros entre los inmigrantes procedentes
de países americanos desde los cuales la inmigración se viene dando desde antes
de mitad del siglo XX (como Perú, Uruguay y, en menor medida, Brasil), pero más
numerosa desde otros donde la misma comenzó en el siglo XXI (como Colombia,
Venezuela, República Dominicana y Haití).
La principal razón de la marcada disminución de la población
negra local, ocurrida en el siglo XIX, fue el mestizaje (desde la era colonial)
con los grupos más numerosos, que son las poblaciones blanca y amerindia
respectivamente. La primera, aunque ya era una parte relevante de los
habitantes, pasó a ser mayoría mediante la gran ola inmigratoria que hubo entre
mediados de los siglos XIX y XX, que fue fomentada por la Constitución de 1853
y que provino principalmente de Europa y Medio Oriente. De hecho, Argentina es
el tercer país en el mundo que recibió mayor cantidad de inmigrantes en ese
período histórico, con 3,5 millones (aunque solo la mitad se asentó
definitivamente en el país), debajo solamente de Estados Unidos, con 36
millones, y por encima de países como Canadá, Chile, Australia, etc.
Esto
hizo que con el paso de los años el mestizaje produzca un fenómeno de absorción
de la minoría no-blanca (amerindia y negra) por parte de la mayoría blanca,
aunque la población amerindia fue menos afectada que la negra por ser más
numerosa y sobre todo posteriormente por la ola de inmigración de sudamericanos
que hay en el país desde principios del siglo XX, que es conformada en buena
medida por amerindios (aunque generalmente provenientes también de una mezcla
racial de varias generaciones), lo que hace que desde entonces (pero
especialmente desde la década de 1950, cuando se detuvo la llegada en cantidad
de inmigrantes blancos europeos y mediorientales) su cantidad haya incrementado
en número, y también porcentualmemte sobre el total de la población, con
respecto a fines del siglo XIX.
En cambio el número de negros, quienes para la época de la
independencia ya tenían un importante grado de mestizaje (porque el mismo se
fue dando fuertemente en esa parte de la población desde principios del siglo
XVIII), en la segunda mitad del siglo XIX continuó su disminución pero con
mayor velocidad ya que, por un lado, la llegada de esclavos se detuvo
prácticamente por completo (además de que ya estaba en franco declive desde
fines del siglo anterior, al igual que la esclavitud en sí misma), y por otro,
sus descendientes continuaron sucesivamente teniendo hijos mayormente con
blancos (más frecuentemente todavía que hasta entonces debido a la numerosa
inmigración) o amerindios, de manera que los genes africanos subsaharianos
fueron disminuyendo en grado paulatinamente en cada generación posterior
resultante de esas uniones (al tiempo que aumentaban los genes de otros
orígenes, especialmente europeos) hasta el punto en que pasaron a ser una
pequeña parte del genotipo y dejaron de ser evidentes en la apariencia física.
Esto contribuyó a que más tarde se origine la creencia de
que los negros habían "desaparecido" de Argentina, porque ya a
principios del siglo XX casi todos los descendientes de africanos subsaharianos
tenía a su vez ancestros europeos, mediorientales o indígenas americanos y
generalmente en un grado mayor, por lo que presentaban un aspecto ambiguo o
bien eminentemente blanco o amerindio, además de que normalmente no existía
conciencia de ellos mismos de tener parte de su ascendencia procedente del
África subsahariana. Por ello, debido a dicho mestizaje, casi todos los
descendientes actuales de los negros de la época colonial y el siglo XIX son
blancos o, en menor medida, amerindios. Sin embargo, la población negra aumentó
levemente en las últimas décadas con los extranjeros arribados en las
corrientes migratorias más recientes.
En el siglo XXI se comenzaron a hacer algunos estudios en
pequeños grupos de población para conocer el grado de ascendencia negra. Del 6
al 13 de abril de 2005 se realizó la Prueba Piloto de Afrodescendientes en los
barrios de Monserrat, en Buenos Aires, y en Santa Rosa de Lima, en Santa Fe, y
se verificó que el 3 % sabe que tiene antepasados negros. Esto respalda al
estudio del Centro de Genética de la facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, que estimó en un 4,3 % el porcentaje de habitantes
del Gran Buenos Aires que tiene un nivel detectable de marcadores genéticos
africanos subsaharianos, lo que evidencia el mestizaje acontecido en
generaciones anteriores.
De acuerdo con los datos suministrados por el último Censo
Nacional, en 2010 la población de Argentina que se autoidentifica como
afrodescendiente ascendía a 149.493 personas (0,4 % del total), de los cuales
137.583 (92 %) eran argentinos, y los restantes 11.960 (8 %) provenían de otros
países, en su mayoría americanos.
La ley 26852 sancionada el 24 de abril de 2013 por el
Congreso de la Nación Argentina estableció el 8 de noviembre como “Día Nacional
de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro” en conmemoración de la
afroargentina María Remedios del Valle.78
Introducción y origen de negros durante la colonia
Esclavitud de Debret. Las potencias europeas impusieron en
las colonias americanas un sistema esclavista que tuvo su origen en el
transporte hacia estas de decenas de miles de personas secuestradas en el
África subsahariana.
Como parte del proceso de conquista, el régimen económico de
las colonias europeas en América desarrolló distintas formas de explotación
forzada del trabajo de los nativos. Sin embargo, la relativamente baja densidad
poblacional de algunos territorios americanos, la resistencia opuesta por
algunos grupos aborígenes a la aculturación y, sobre todo, la elevada tasa de
mortalidad que el sometimiento, el tipo de trabajo y las enfermedades
introducidas por los europeos provocó en la población nativa, llevaron a
complementar la mano de obra que estos proporcionaban con esclavos procedentes
del África subsahariana. Según estimaciones, hasta el año 1730 habían ingresado
al puerto de Buenos Aires 17.730 esclavos.
Hasta bien entrado el siglo XIX, la explotación minera y la
agricultura constituyeron el grueso de la actividad económica en América. Buena
parte de este trabajo fue llevado a cabo por mano de obra en régimen de
esclavitud o similar. Los africanos ofrecían a los conquistadores la ventaja de
haber estado ya expuestos, por su proximidad geográfica, a las enfermedades
europeas, y a la vez estar adaptados al clima tropical de las colonias. El
ingreso de esclavos africanos comenzó en las colonias del Río de la Plata en
1588, aunque estos primeros arribos fueron en gran parte obra del contrabando,
y el tráfico prosperó a través del puerto de Buenos Aires cuando se concedió a
los británicos el privilegio de ingresar una cuota de esclavos a través de
este. Los reyes de España celebraban, para proveer esclavos a las Indias
Orientales, contratos de asiento con diversas compañías, principalmente
portuguesas y españolas. En 1713 Inglaterra, victoriosa en la Guerra de
Sucesión Española, ejerció el monopolio de este comercio. El último asiento se
pactó con la Real Compañía de Filipinas en 1787.
Hasta la prohibición de 1784
los negros eran medidos y luego marcados con hierro.
En cuanto a su procedencia antes del siglo XVI habían
llegado esclavos en números relativamente reducidos a partir de las islas de
Cabo Verde, pero la mayoría de los africanos que se introdujeron a la Argentina
procedían de los territorios de la actual Angola, la República Democrática del
Congo, Guinea Ecuatorial, la República del Congo pertenecientes al grupo étnico
que habla la familia de lenguas bantúes. De los grupos yoruba y ewé, que fueron
llevados en grandes números al Brasil, la inmigración fue más reducida.
Se calculó que 60 000 000 de africanos fueron enviados a
América, de los cuales solo llegaron con vida 12 000 000, que en América del
Sur ingresaron fundamentalmente a través de los puertos de Buenos Aires,
Montevideo, Valparaíso y Río de Janeiro.
Los esclavos se destinaron a las labores de agricultura,
ganadería, el trabajo doméstico y en menor medida la artesanía. En las zonas
urbanas, muchos esclavos desarrollaban labores de artesanía para la venta,
cuyos réditos percibían sus patrones. Los barrios porteños de San Telmo y
Montserrat alojaron a gran cantidad de los mismos, aunque la mayor parte fue a
dar al interior. El censo llevado a cabo por Juan José de Vértiz y Salcedo en
1778 arrojó resultados muy elevados en las ciudades localizadas en las áreas de
mayor producción agrícola: el 54 % en Santiago del Estero, el 52 % en San
Fernando del Valle de Catamarca, el 46 % en Salta, el 44 % en Córdoba, el 44 %
en San Miguel de Tucumán, el 24 % en Mendoza, el 20 % en La Rioja, el 16 % en
San Juan, el 13 % en San Salvador de Jujuy y el 9 % en San Luis, aunque
existían también en otras ciudades y pueblos en menor cantidad (por ej., un
barrio actualmente rico de la ciudad de Corrientes lleva hasta hoy el nombre de
«Camba Cuá» —del guaraní kamba kua, 'cueva de los negros').
En cuanto a la ciudad de Buenos Aires el mismo censo cifró
en 15 719 la cantidad de españoles, 1288 la de mestizos e indios, y de 7268 la
de mulatos y negros; en 1810 se contabilizaron 22 793 blancos, 9615 negros y
mulatos, y solo 150 indígenas. La zona más densamente poblada de negros estaba
situada en el barrio de Montserrat, también llamado Barrio del Tambor, a pocas
cuadras del actual Congreso de la Nación.
A veces los esclavos eran comprados por los particulares
directamente en el exterior por medio de un comisionado. Por ejemplo, una carta
enviada desde Río de Janeiro decía:
Muy señor mío: por la goleta Ávila remito a usted la negrita
que me encargó comprar aquí. Tiene unos trece o catorce años, ha nacido en el
Congo, y se llama María. Hago constar que he recibido los quinientos pesos,
importe de la compra. Saluda a ud
Organizaciones comunitarias entre los siglos XVIII-XIX
Los africanos y afrodescendientes crearon diversas
organizaciones colectivas y comunitarias, en distintas épocas, separados de los
blancos y mestizos. Reid Andrews distingue tres tipos principales de
organizaciones que surgieron en distintos momentos: las cofradías, las naciones
y las sociedades de socorros mutuos.
Las cofradías
Son hermandades lego-religiosas de la época colonial. Las
mismas representaron los primeros esfuerzos de una comunidad subordinada por
crear organizaciones capaces de satisfacer en primer lugar, las necesidades
religiosas, como así también las necesidades materiales.
Cada uno de los miembros de la cofradía tenían asegurados
los beneficios del funeral y las misas conmemorativas. Estas cuestiones tenían
una importancia espacial, no solo para las sociedades católicas sino también
para las sociedades africanas, ya que ambas tienen la creencia que las almas
pasan de esta vida a la próxima.
En su gran mayoría estaban encabezadas por negros libres y
tuvieron un rol importante en la formación de una identidad y cultura esclava,
no solo en Argentina, sino en toda América Latina.Junto a la de San Benito del año 1769, una de las primeras
cofradía fundadas en la ciudad de Buenos Aires es en 1772 en la Iglesia de La
Piedad. Este grupo de africanos y afrodescendientes eligió como Santo patrono,
al Rey negro San Baltasar.
Durante la década de 1780 se fundaron en la ciudad
otra tres cofradías. Dos de ellas se fundaron en los conventos de Santo Domingo
y San Francisco -ya que ambos conventos eran grandes poseedores de esclavos- y
la cuarta cofradía se creó en la Iglesia La Merced denominada Santa María de
Corvellón.
Las naciones
Las naciones ofrecían a las comunidades de africanos y
afrodescendientes una forma de organización basada en la herencia cultural
africana pero desvinculadas de la Iglesia Católica.
Estas organizaciones surgieron a partir de que las danzas de
los africanos fueron duramente censuradas por las autoridades, prohibidas o
aisladas en reductos o lugares propios que los negros llegaron a adquirir en
propiedad: humildes ranchos de paja y adobe, el "cuarto de tierra" llamado
tambo o candombe donde los negros organizados según su procedencia, con sus
propias autoridades se reunían periódicamente para danzar y cantar al ritmo de
sus instrumentos. Solían agruparse en sociedades a las que llamaban «naciones»,
algunas de ellas fueron Conga (de morenos), Cabunda, Africana argentina,
Mozambique, etc.
Las sedes de ellas tenían en común ser lugares abiertos
aplanados artificialmente y arenados para el baile; y otros cerrados con
espacio interior libre. En algunos casos las salas eran alfombradas y
encortinadas gracias al desprendimiento de algún amo. La nación tenía su rey y
reina, (que en realidad eran elegidos democráticamente y no tenían corte) y
contaban con un trono que se levantaba en el mejor lugar de la sala, con su bandera,
que cada nación la tenía. También había un estrado o al menos una tarima, que
entre otras cosas era utilizado para recibir a los grandes dignatarios, como
Juan Manuel de Rosas, esposa e hija, como se los ve en un cuadro de Martín
Boneo. En la sede se efectuaban tertulias y bailes.
A su vez las sociedades de negros se aglomeraban en los
barrios, como el del Mondongo o el del Tambor. El primero fue uno de los más
importantes en Buenos Aires y se componía de 16 manzanas, en el barrio de
Monserrat. Su nombre provino del hecho de que consumían grandes cantidades del
mismo, que vendían los vendedores al grito de ¡Mondongo, mondongo!. En cuanto
al nombre Tambor, de la segunda, era muy común que siempre algún pueblo tuviera
una nación con ese nombre, pues era su instrumento favorito para sus bailes y
canciones.
Por medio de las cofradías y las naciones los gobiernos de
las distintas ciudades vigilaban las comunidades africanas y afrodescendientes
utilizando en primer lugar a la Iglesia y, en el caso de las naciones, a la
policía como mecanismos de control social.
Sociedades de socorros mutuos
Estas asociaciones se concentraron en los intereses
económicos de sus miembros, sin realizar las actividades culturales que
realizaban las naciones. En este sentido, proveían de viviendas y préstamos
económicos a sus miembros para sacarlos de la esclavitud a ellos o a miembros
de sus familias, y pagaban los gastos de los oficios religiosos en sus
funerales y conmemoraciones.
En 1855 se fundó la primera sociedad mutualista de africanos
y afrodescendientes en la ciudad de Buenos Aires, denominada Sociedad de la
Unión y Socorros Mutuos.
Las personas negras en la formación de la Argentina
A pesar de su reducción a la esclavitud, testimonios de la
época sostienen que en Buenos Aires y Montevideo los esclavos eran tratados con
menos crueldad que en otras partes. José Antonio Wilde, en Buenos Aires desde
70 años atrás (1810-1880) decía:
"los esclavos habían sido tratados con verdadero cariño
por sus amos, no habiendo punto de comparación con el trato dado en otras
colonias."
Ello, sin embargo, no le impedía reconocer lo siguiente:
"las amas atormentaban más o menos a esta fracción
desventurada del género humano (y que) estaban entre nosotros por lo general
muy mal vestidos".
La misma opinión en cuanto al mejor trato nos dejaron en sus
testimonios los extranjeros que venían. Por ejemplo, Alexander Gillespie,
capitán del ejército británico durante las invasiones inglesas, escribió en sus
memorias que lo sorprendió lo bien que se los trataba, en contraste con sus
plantadores y los de América del Sur, y proseguía:
"Estos infelices desterrados de su país, así que son
comprados en Buenos Aires, el primer cuidado del amo es instruir a su esclavo
en el lenguaje nativo del lugar, y lo mismo en los principios generales y el
credo de su fe"...."Los amos, en cuanto pude observar, eran
igualmente atentos a su moral doméstica. Todas las mañanas antes de que el ama
fuese a misa, congregaba a las negras en círculo sobre el suelo, jóvenes y
viejas, dándoles trabajo de aguja y tejido, de acuerdo con sus capacidades.
Todos parecían joviales y no dudo que la reprensión también penetraba en su
círculo. Antes y después de la comida, así como en la cena, uno de estos
últimos se presentaba para pedir la bendición y dar las gracias, lo que se les
enseñaba a considerar como deberes prominentes y siempre los cumplían con
solemnidad".
Memorias de Alexander Gillespie, Capitán del Ejército
Británico15
En 1801, las milicias de soldados negros y mulatos libres,
existentes en Buenos Aires desde muy antiguo, fueron regladas y disciplinadas,
y se establecieron compañías en Buenos Aires, Montevideo y Asunción. Luego de
la invasión británica de 1806, esas milicias porteñas constituyeron el Batallón
de Castas junto a soldados indígenas, segregados por compañías de mulatos,
pardos y naturales. Parte de esos soldados fueron trasladados al Cuerpo de
Castas de Artillería. Un Cuerpo de Esclavos fue también formado para defender
Buenos Aires en caso extremo, pero no se les entregó armas. Luego de la
Revolución de Mayo el Batallón de Castas formó el Regimiento de Pardos y
Morenos que participó en todas las campañas de la Guerra de la Independencia de
la Argentina.
Durante los días de las Invasiones Inglesas, se originó un
levantamiento de esclavos negros en Buenos Aires alentados por el auge del
abolicionismo de la esclavitud en Inglaterra. Creían que la expedición inglesa
llegaba principalmente para darles su independencia. Pero el general inglés
William Carr Beresford no miró con simpatía este movimiento: el vocero de los
porteños criollos, Juan Martín de Pueyrredón (que días después reorganizó la
reconquista), argumentando que la ruina amenazaba al país si no se suprimía la
ilusión de los esclavos, le reclamó medidas en favor de sus haciendas y, en
consecuencia, Beresford emitió un bando en el que ordenaba que se les hiciera
entender a los esclavos que su condición de tales no variaría (“se los atajó a
tiempo”, escribiría Pueyrredón en julio de 1806 en carta a su suegro, en
Cádiz). Esta medida iba a contribuir a la derrota de los ingleses, porque
impulsó a los esclavos a combatir contra ellos.
Tras la derrota de los ingleses, el Cabildo de Buenos Aires
declaró como principal objetivo ver modo de desterrar la esclavitud de nuestro
suelo. Entonces, se premió el valeroso comportamiento de los negros con
manumisiones por sorteo o elección, pero los manumitidos fueron pocos, en
comparación con todos los que integraron los batallones.
Posteriormente, al gobierno surgido de la revolución de mayo
de 1810, en forma creciente debió recurrirse a la leva forzosa de esclavos,
puesto que los amos rehusaban cederlos por la mora existente en las
indemnizaciones establecidas por el Estado para resarcirlos de su pérdida. Se
abandonaron las manumisiones por sorteo o elección, y se decretó la libertad de
los esclavos que sirvieran un número determinado de años (generalmente, cinco)
en los ejércitos patriotas.
La diferenciación que siguió existiendo hizo que los negros
y sus variadas cruzas (pardos, mulatos, morenos, etc.) fueran ubicados en el
Regimiento de Castas, cuyo componente nunca superó la tercera parte de las
tropas combatientes en los ejércitos patriotas.
Otras variadas cuestiones fueron síntomas de diferenciación
social:
Los integrantes del Regimiento de Castas (indios, negros)
cobraron un sueldo equivalente a la mitad del que cobraban los regimientos
integrados por criollos y españoles.
Solo sirvieron en la infantería y artillería, puesto que la
caballería desde antiguo llevaba aparejada un síntoma de distinción social y
debía ser integrada por sectores socialmente pudientes.
No pudieron tener cargos en la oficialidad de los
regimientos.
Sin embargo, algunas de estas cuestiones fueron superadas
gracias a los esfuerzos individuales de prohombres de nuestra independencia y
al ideario general de la revolución de mayo de 1810, lo que generó una
legislación crecientemente democrática que colaboró a mejorar su posición en la
escala social:
A partir de 1811, los cuerpos de pardos y morenos fueron
tenidos por cuerpos veteranos, y desde 1812-13, como cuerpos profesionales.
Gracias a la moción de Juan José Castelli, desde 1811 los
oficiales de castas pudieron añadir el tratamiento de "don" a sus
nombres, como sinónimo de distinción y reconocimiento.
Un Gobierno que se cimenta sobre las bases de la virtud, ha
de ser franco en distinguirla sólo con respecto al sujeto que la profesa, y sin
relación a la clase y condición precisa con que se halla. Yo estoy muy cierto,
porque me lo han informado y lo he observado que las compañías de castas en el
ejército que mando y dirijo se señalan en las acciones y emulan a las demás.
El Capitán de los morenos es muy recomendable por sus
virtudes sociales. Puede suceder que convenga manejar el resorte del honor
hasta el caso en que se asemejen a un hombre fundido de nuevo en el crisol de
la educación e ilustración. ¿No pudiera declararse cuando lo exija la
oportunidad el uso del don a uno de castas o la calidad de distinguido si es
soldado vendiéndose aquel título en la cámara por menos valor que una acción
virtuosa?
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años.
Cuartel general de Tupiza, 11 de noviembre de 1810. Dr. Juan
José Castelli16
De cualquier modo, en 1812 a Bernardo de Monteagudo se le
impidió asumir como miembro del Primer Triunvirato, debido a su "dudosa
filiación materna", aludiendo a sus antepasados africanos. La Asamblea del
Año XIII, el primer cuerpo constituyente de la Argentina, decretó la libertad
de vientres, pero no reconoció el derecho a la libertad de los esclavos
existentes.
A modo de ejemplo, en el diario El Centinela, del domingo 8 de
septiembre de 1822, puede leerse:
Se desea comprar algunos esclavos que entiendan de campo, ó
que sepan andar á caballo. El que quiera venderlos ocurra á la tienda de D.
Miguel Ochagovia, quien dará razón del comprador.17
Sin embargo, fue gracias al general José de San Martín que a
partir de 1816 comenzaron a ocupar cargos en la oficialidad de los ejércitos
patriotas.
...es doloroso ver a un cuerpo de la mejor gente en
desorganización por la notabilísima falta de cabos y sargentos. No pueden
sacarse estos empleados de entre ellos mismos por haber una orden prohibitiva;
menos de los blancos, pues no los hay aún para el completo de los regimientos
de color. (...) Entre los esclavos hay muchos de más que regular educación para
su esfera, que saben escribir, y poseen un genio capaz de las mejores
instrucciones. Abriéndose la puerta a sus ascensos, se empeñarán eficazmente a adquirirlos,
cumpliendo mejor los deberes de su clase. Razones políticas y muy fuertes
influyeron acaso para esta prohibición; pero, o no las distingo, o a lo menos
ha cesado su influjo. Si he de hablar francamente, no puedo concebir que la
Nación se perjudique porque la esclavatura pueda ascender más allá del destino
del soldado. (...) Yo espero que el supremo gobierno se digne habilitar los
esclavos para la opción a los empleos, sirviéndose vuestra señoría elevar mi
solicitud, la que se contrae a sólo cabos y sargentos. Dios guarde a vuestra
señoría muchos años.
Cuartel general de Mendoza, octubre 14 de 1816. Gral. José
de San Martín.16
Y el diario El Tiempo, del viernes 5 de septiembre de 1828,
tiene este aviso:
Se vende una criada joven de 23 a 24 años, sin vicios ni
enfermedades, sabe lavar, planchar y cocinar, en cantidad de 280 pesos de
plata, ó su equivalente en moneda corriente. Calle Europa n°69.
María Remedios del Valle, "Madre de la Patria"
Muchos de ellos formaron parte de las milicias y tropas
irregulares que más tarde conformarían el Ejército Argentino, siempre en
escuadrones segregados. Podían, si no estaban conformes con su amo, solicitar
ser vendidos e incluso buscar ellos mismos un comprador.
Hasta la abolición de la esclavitud en 1853, la Ley de
Rescate obligaba a los propietarios de esclavos a ceder el 40% de ellos para
prestar servicio militar. Los que desempeñasen cinco años completos de servicio
podían obtener la libertad, pero rara vez fue ese el caso.
Los ejércitos de la independencia reclutaron a gran cantidad
de los esclavos que existían en los territorios conquistados a los realistas,
ofreciéndoles a cambio la libertad. Muchos de ellos integraron el Batallón N.º
8, que formó parte de la línea de choque en la batalla de Chacabuco, en la que
se registró gran cantidad de bajas.
Se destaca la prócer María Remedios del Valle, una de las
llamadas «niñas de Ayohúma» que asistieron al derrotado ejército de Manuel
Belgrano en la batalla de Ayohúma y que actuó como auxiliar en las Invasiones
Inglesas. Tras la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al
Ejército del Norte durante toda la guerra de Independencia de la Argentina lo
que le valió el tratamiento de «capitana» y de «Madre de la Patria» y, al
finalizar sus días, el rango de sargento mayor del Ejército. Su obra fue
reivindicada por Bartolomé Mitre en su libro Historia de Belgrano y de la
independencia argentina, donde la menciona por su título de "Madre de la
Patria".1819 En su honor, en 2013, por Ley N.º 26852, el Congreso de la
Nación Argentina estableció el 8 de noviembre como el “Día Nacional de los
Afroargentinos y de la cultura afro”.
Durante el gobierno de Rosas
Óleo de 1841 en el que se observa a Juan Manuel de Rosas
frente a un grupo de mujeres negras. Al pie se lee: «Las esclavas de Buenos
Aires demuestran ser libres y gratas a su noble libertador».
Fue el advenimiento de Juan Manuel de Rosas al poder
(1829-1852) la época que marcó la mayor participación e influencia de los
negros en la sociedad porteña. Fueron uno de los principales puntales de su
régimen, debido a su predilección por las clases bajas de la sociedad. Lograron
un estatus más elevado, a la par que una notoria utilización política. Con
todo, la actitud de Rosas fue contradictoria respecto a la misma esclavitud,
pues la fomentó o la permitió en parte de su mandato, para finalmente abolir la
trata de esclavos en 1840.
Las numerosas publicaciones de la época señalaron la
demagógica o democrática actitud de Rosas, según se viera, hacia los negros. Su
presencia constante en los candombes, junto a miembros de su familia; el
agasajarlos y ser endiosado por ellos; el invitarlos a su propia casa y
alternar con ellos; las publicaciones remedando el lenguaje de los negros, que
habrían tenido como objetivo mantener viva o acrecentar su adhesión a la causa
federal, etc.
Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, la población
negra de Buenos Aires llegó al 30 %. De esa época data la celebración de los
carnavales en su forma americana, y el desarrollo de ritmos como el candombe y
la milonga que pasarían a formar parte integral del folclore de Argentina. De
Rosas se cuenta su gran aprecio por la población negra, y su frecuente
asistencia a los candombes. Muchos de los gauchos que desarrollaron tareas en
el campo en esa época eran afroargentinos.
Los negros fueron puntal de sus ejércitos y de su imperio
por el terror, e incluyó que algunas veces su comportamiento les produjera no
solo respeto, sino también temor. Los negros correspondieron mayoritariamente
con fidelidad a su líder, pero indudablemente hubo excepciones. Por lo general,
después de una traición o deserción, se calificaba un tanto despectivamente de
«mulatos» a los que apoyaban o se pasaban a los unitarios, cuestión que se
atribuía a la emulación de esos sectores respecto de la clase pudiente
unitaria.
Las publicaciones unitarias destacaron el rol de espías que
los negros que servían en las casas pudientes desempeñaban. La descripción
literaria ha enriquecido con páginas impactantes la guerra silenciosa entablada
por las clases inferiores contra las clases superiores. Personajes tenebrosos
como María Josefa Ezcurra, cuñada del Restaurador, y su séquito de espías
negros en la Amalia de José Mármol, son difícilmente olvidables y no parecen
estar demasiado alejados de la realidad histórica en la cual se inspiró.[cita
requerida] Fue ese rol atribuido a la gente de color el que generó un temor y
un odio nunca superado por la clase pudiente unitaria.20
La época de Rosas fue marcada por la guerra civil entablada
entre unitarios y federales. La época del rojo punzó, del puñal de la Mazorca,
de los candombes y carnavales africanos desenfrenados. La utilización de negros
en los ejércitos fue paralela en ambos bandos enfrentados, pero se cree
lograron mayor preeminencia en la causa federal, en la que hubo algunos casos
individuales de negros ubicados en cargos importantes. Social y políticamente,
aparece como más democrática la actitud federal hacia los negros.
Los unitarios sostuvieron una actitud más marcadamente
etnocéntrica, mientras que los federales instrumentaron una mayor participación
y fueron más permisivos, aunque ello no habría redundado en un notorio
mejoramiento de la situación socio-económica de los negros, ni en su definitiva
liberación de la condición de esclavos,21 a pesar de que en 1837 Rosas había
sancionado una ley que prohibía en forma expresa la compraventa de esclavos en
territorio nacional, y de que en 1840 había hecho pública su declaración de la
abolición total del tráfico de esclavos por el Río de la Plata en todas sus
formas.22
Plena libertad
La Constitución Nacional de 1853 abolió la esclavitud, pero
legalmente recién con la reforma de la Constitución en 1860 la abolición quedó
completa, al establecerse la libertad de esclavos de extranjeros introducidos
por sus amos en el territorio argentino.
Uno de los pasajes fundamentales del Martín Fierro, escrito
en 1872 y considerado el libro nacional de la Argentina, consiste en dos encuentros
del protagonista con gauchos negros: al primero lo asesina con evidente desdén
racista en la primera parte del libro, y con el otro, que resulta ser el
hermano del primero, varios años después, sostiene una famosa payada.
El novelista Martínez Zuviría (conocido como Hugo Wast)
publicó en 1904 Alegre, la única novela de la literatura argentina que tiene
como protagonista y como héroe a un inmigrante africano en situación de
esclavitud. Martínez Zuviría escribió esta novela entre los años 1902 y 1904,
durante la presidencia de Julio Argentino Roca, cuando se imponía la idea
europeizante de los gobiernos conservadores, que pretendía negarles a los
afroargentinos una parte de la identidad nacional. Alegre es una novela muy
influida por el libro abolicionista La cabaña del tío Tom, cuyo impacto en el
público estadounidense fue uno de los eventos que llevaron a la guerra civil en
ese país, y que fue censurado por considerar héroe a un negro africano. Alegre
es el nombre del protagonista: un joven africano de piel negra, que realiza
inmumerables hazañas y tiene un corazón sensible y altruista.
Después de abolirse la esclavitud, los negros vivieron
continuaron sufriendo discriminación. De los catorce colegios existentes en
Buenos Aires en 1857, solo dos admitían niños negros, a pesar de que el 15% de
los alumnos de ese año eran de color.23 Similarmente, en 1829, en Córdoba solo
podían ingresar a los colegios secundarios dos afrodescendientes por año; y a
la universidad solo tuvieron acceso en 1853.24
Los argentinos negros comenzaron a publicar periódicos y a
organizarse para la defensa común. Uno de los periódicos, El Unionista, publicó
en 1877 una declaración de igualdad de derechos y de justicia para todas las
personas, sin importar el color de la piel. En uno de sus números, decía:
...la Constitución es letra muerta y abundan los condes y
marqueses; los cuales, siguiendo el antiguo y odioso régimen colonial pretenden
tratar a sus subordinados como esclavos; sin comprender que entre los hombres
que humillan hay muchos que ocultan bajo su tosco ropaje una inteligencia
superior a la del mismo que ultraja.
Otros periódicos fueron La raza africana, o sea el demócrata
negro y El proletario (ambos de 1858). Hacia 1880, en la ciudad existían
alrededor de veinte periódicos de esta índole.
También incursionaron en la política. Por ejemplo, José M.
Morales, activo coronel mitrista, llegó a ser diputado provincial,
constituyente y luego senador provincial en 1880, mientras que el coronel
Domingo Sosa llegó a ser diputado en dos oportunidades y constituyente
provincial en 1854.
¿Qué sucedió con la población negra argentina?
Negros argentinos tocando candombe en 1938.
Tradicionalmente se ha afirmado que la población negra en la
Argentina disminuyó desde comienzos del siglo XIX hasta prácticamente
desaparecer. Sin embargo, el censo piloto realizado en dos barrios argentinos
en 2005 sobre conocimiento de antepasados provenientes del África negra
verificó que un 3 % de la población sabe que desciende parcialmente de negros[cita
requerida] (lo cual no implica necesariamente ser negro).
Teniendo en cuenta que la inmigración europea explicaba más
de la mitad del crecimiento de la población argentina en 1960, algunos
investigadores sostienen que antes que disminución lo que hubo fue un proceso
de "invisibilización" de la población afroargentina y sus raíces
culturales.25 Para principios del siglo XX, el 30% de la población argentina
era inmigrante, y de orígenes (entre otros) italianos, españoles, alemanes, o
eslavos. Argentina fue el segundo país en el mundo que recibió la mayor
cantidad de inmigrantes, con 6.6 millones, debajo solamente de los EE. UU. con
27 millones, y por encima de países como Canadá, Brasil y Australia.23
Las antiguas teorías que sostenían el genocidio, así como la
disminución de la población, utilizaban argumentos similares, pero se
diferenciaban por la atribución de intencionalidad que la primera atribuye a
las clases dirigentes. Entre las causas expresadas se destacan la supuesta alta
mortandad de soldados negros en las guerras del siglo XIX (ya que teóricamente
eran una cantidad desproporcionadamente alta dentro de las fuerzas armadas -lo
cual habría sido planeado intencionalmente por los gobiernos de la época-) y en
una epidemia de fiebre amarilla de 1871 que afectó al sur de la ciudad de
Buenos Aires, como también una emigración numerosa a Uruguay (debido a que allí
habría habido una población negra mayor y un clima político más favorable).
Las investigaciones de las últimas décadas descartan tales
teorías.26 Si bien es verdad que los negros conformaban una parte importante
de los ejércitos y milicias del siglo XIX, no eran mayoría ni su número difería
mucho del de amerindios y blancos incluso en los rangos bajos (los denominados
carne de cañón). Tampoco las epidemias de fiebre amarilla que afectaron Buenos
Aires (especialmente la más letal, que fue la de 1871) tuvieron un gran efecto,
ya que los estudios demográficos no respaldan esa visión (por el contrario,
muestran que los más afectados fueron inmigrantes europeos recién llegados que
vivían en la pobreza)27 y, además, ésta teoría no explica el declive de la
población negra en el resto de Argentina.
Éstos argumentos se elaboraron solo en base a conjeturas,
pero desde el siglo XX fueron permanentemente divulgados en Argentina por el
sistema educativo y los medios de comunicación (aún actualmente) debido a la
falta de hincapié en el estudio tema y como un método para invisibilizar la
población no-blanca que perduró en el país hasta la actualidad26 (si bien
terminado el siglo XIX los negros pasaron a ser un porcentaje mínimo de la
población argentina, los amerindios continuaron siendo una minoría importante
que desde ya antes de mitad del siglo XX creció -y continúa haciéndolo- debido
a la nueva oleada inmigratoria procedente de países sudamericanos), lo que
sirvió para que, en el imaginario social, la identidad argentina se base
únicamente en la población blanca, especialmente la descendiente de inmigrantes
europeos.
La teoría más aceptada actualmente es la de que la población
negra fue disminuyendo paulatinamente con el paso de las generaciones debido a
su mestizaje con blancos y, en menor medida, amerindios, que se dio
frecuentemente ya desde el siglo XVIII en plena era colonial, y se aceleró aún
más a fines del siglo XIX con la llegada de la oleada inmigratoria blanca
masiva procedente de Europa y Medio Oriente,26 la cual fue promovida por los
gobiernos argentinos de la época precisamente para que la población no-blanca
resulte "diluida" dentro de la mayoría blanca mediante el mestizaje.
Dicho proceso fue similar al del resto del continente (con diferentes
resultados según el volumen de la inmigración y las características demográficas
particulares de cada región) y se conoce como blanqueamiento.
El mismo se basó en la idea de que los blancos
(especialmente los que pertenecen a las culturas de Europa Occidental) eran los
únicos capaces de llevar adelante una civilización, mientras que la mayoría de
los no-blancos (como amerindios y negros) estaban inevitablemente relacionados
con la barbarie.
A diferencia de otras regiones de América donde hubo una
fuerte segregación violenta de los no-blancos debido a las mismas ideas, las
élites argentinas pensaron que la descendencia no-blanca podría mejorarse
mediante la mezcla racial con blancos. La excepción, desde mediados del siglo
XIX, fueron aquellos no-blancos que aún vivían en sociedades tribales que no
formaban parte de la cultura argentina y no estaban bajo el control del
gobierno, en este caso amerindios de varios pueblos indígenas locales con los
que por lo general había conflicto (otros, en cambio, se iban integrando a la
sociedad del país -aunque a veces de forma forzada-), vistos así como salvajes
incorregibles que eran un bloqueo para el progreso y una amenaza para la
nación. Esto desembocó en guerras contra ellos (como algunas de la Conquista
del Desierto) que en algunos casos terminaron con asesinatos en masa y
genocidios (haciendo incluso desaparecer algunas etnias), además de la toma de
sus tierras.
En la época colonial tardía el mestizaje fue habitual ya
que, a pesar del racismo reinante en la época, el nivel de segregación y
violencia hacia los no-blancos que formaban parte de la sociedad colonial en
los territorios que actualmente son parte de Argentina, era menor que el que
había en otras colonias europeas en América y en otras regiones coloniales
españolas donde se precisaba una mayor intensidad de la mano de obra esclava
(como ser los enclaves mineros o los latifundios agrícolas de regiones
tropicales). Por ello había menos maltrato hacia los esclavos, que además
tenían mayor libertad para circular, especialmente quienes trabajaban en el
campo, donde fundamentalmente se requerían labores asociadas a la ganadería y
la agricultura extensiva. También era más común que pudiesen comprar su
libertad, por lo que ya incluso varias décadas antes de la abolición de la
esclavitud, la misma estaba en claro declive.
Por otro lado, debido a la asociación de la negritud con la
barbarie, ya a fines del siglo XVIII los negros (que para entonces normalmente
contaban con cierto nivel de mestizaje y por ello la piel más clara que la de
la mayoría de los esclavos recientemente llegados de África, como así también
rasgos menos típicos de la raza), según su grado de libertad o de buena
relación para con sus amos o entorno social blanco, pasaron paulatinamente a
ser considerados en los censos y documentos legales en categorías pseudo
raciales confusas (pero beneficiosas para ellos) como las de pardos o
trigueños (donde también se incluían amerindios que formasen parte de la
sociedad colonial e incluso blancos con un nivel alto de mestizaje) para
desligarlos de su pasado esclavo y hacerlos, teóricamente, más funcionales a la
sociedad moderna que se pretendía crear (según la visión eurocentrista de las
autoridades), y esto significó para los propios negros ya mestizados una mejor
posición social y mayor grado de libertad al alejarse de su categoría racial original.
En otros casos, también debido a su fenotipo ambiguo, varios intentaban ser
anotados como indios (si podían dar cuenta de su ascendencia indígena) debido a que esto les posibilitaba obtener la libertad, ya que desde el siglo
XVI en las colonias españolas se había prohibido la esclavitud de indígenas
americanos mediante las Leyes Nuevas y las Leyes de Indias (pese a ello,
sucedía ilegalmente, pero con mucha menor frecuencia que la esclavitud de los
africanos negros y sus descendientes, que estaba permitida). Incluso había
casos de mujeres negras con un alto grado de mestizaje que lograban ser
anotadas como señoras o doñas (categorías reservadas únicamente para mujeres
blancas) con ayuda de personas blancas de su entorno (por ejemplo, sus parejas).
Éstas situaciones hacían que los negros prefiriesen formar
familia con blancos y amerindios (en este caso solo hasta mediados del siglo
XIX, cuando los rasgos de esa raza se volvieron menos deseables debido a la
persecución que se inició contra varios pueblos indígenas) para tener hijos que
tuviesen la piel más clara y rasgos menos comunes a los de los nativos del
África subsahariana, lo que incrementó su nivel de mestizaje y, por ende,
disminución, que perduró con fuerza aún abolida la esclavitud ya que las
personas de piel más clara continuaron rigiendo la sociedad y conformando la
mayor parte de la élite, quedando así la piel oscura asociada a la pobreza en
la idiosincrasia argentina.
La clasificación de una cantidad cada vez mayor de
no-blancos (especialmente aquellos que tenían al menos alguna mezcla racial) en
nuevas categorías pseudoraciales ambiguas fue ideada por las autoridades desde
los últimos años del período colonial como un método para moverlos de sus
identidades raciales originales (negros e indios) en un intento por hacerlos
más asimilables dentro de la sociedad moderna que se pretendía crear. Ésta fue
una primera parte del 'blanqueamiento', conocido hoy como aclaramiento, en
el que los no-blancos fueron colocados paulatinamente en categorías más
cercanas a la blanca, que era la más deseable. Además, la élite blanca, que era
una minoría en la mayoría de los lugares hasta mediados del siglo XIX, utilizó
esto como una forma de marcar la diferencia entre "nosotros" y
"ellos", permitiendo que mucha gente "abandone" sus
categorías raciales indeseables originales, pero al mismo tiempo impidiendo que
sea catalogada como blanca (en ciertos casos los catalogados en esas categorías
presentaban un aspecto más cercano al blanco que al de las demás razas) para
negarles el acceso al poder y los privilegios que estaban reservados para una
minoría.
De tal manera, términos como morochos o criollos (que amplió
su significado al del original, que se refería solo a los blancos de
ascendencia española nacidos en América en la era colonial) pasó a ser
utilizado para catalogar a la gran mayoría de la población que no era
claramente blanca (o blancos descendientes de españoles de la época colonial en
el caso de los criollos), ayudando así posteriormente a la narrativa de la
desaparición de los amerindios y negros en el país. La propia gente
perteneciente a éstas razas (la cual estaba ya fuertemente mestizada,
especialmente en el caso de los negros) buscó activamente identificarse con las
nuevas categorías ya que estaban simbólicamente más cercanas a la blanquitud,
lo que posibilitaba más beneficios y menos discriminación. Solo los negros que
conservaban piel oscura eran considerados como tales, y al ser una minoría
inclusive dentro de la propia población negra argentina, fueron considerados
como casos aislados o bien extranjeros (ya que, desde fines del siglo XIX,
varios de ellos eran inmigrantes africanos libres llegados en tiempos recientes
principalmente desde Cabo Verde). En el caso de los amerindios, solo pasaron a
ser considerados como tales quienes eran parte de los pueblos indígenas que aún
sobrevivían (que representaban una pequeña minoría), no así quienes eran parte
de la sociedad argentina no-indígena mayoritaria.
En 1887 el porcentaje oficial de población negra fue
computado en un 1,8 % del total. A partir de ese momento no será registrada en
los censos. La posición del Estado volvió a hacerse explícita al realizarse el
Censo Nacional de 1895 cuando sus responsables afirmaron:
No tardará en quedar la población unificada por completo
formando una nueva y hermosa raza blanca.30
En referencia al mestizaje que había ocurrido con los negros
desde hacía varias generaciones, en 1905 el periodista Juan José de Soiza
Reilly manifestó en su artículo "Gente de color" (publicado en la
revista Caras y Caretas) que:
Poco a poco, ésta raza se está extinguiendo... la raza va
perdiendo en la mezcla su color primitivo. Se hace gris. Se disuelve. Se
aclara. El árbol africano está dando blancas flores caucásicas.
A partir de entonces y durante casi un siglo, en la
Argentina prácticamente no se realizaron estudios referidos a los
afroargentinos.
A partir de la década de 1930 comenzaron a producirse
grandes migraciones internas de trabajadores campesinos hacia Buenos Aires y
otros centros urbanos buscando integrarse como obreros fabriles en el proceso
de industrialización abierto entonces. A partir de la década de 1940 la
presencia de personas de piel oscura se hizo repentinamente numerosa en la
región pampeana y fueron llamados despectivamente por amplios sectores de clase
media y alta, cabecitas negras, aunque en su gran mayoría se trataba de
amerindios descendientes de indígenas (quienes también poseen piel oscura) y no
negros descendientes de africanos.
Recién en las últimas décadas han comenzado a aparecer
investigaciones tanto históricas como sociológicas orientadas a la población
negra.
Los mecanismos de invisibilización y discriminación física y
cultural de los afroargentinos tuvieron una manifestación pública en 2002,
cuando una funcionaria de migraciones denunció erróneamente a una ciudadana
argentina por falsificación del pasaporte, argumentando que "no podía ser
argentina y negra".
En los últimos años se han multiplicado los estudios,
actividades y organizaciones relacionadas con la población afroargentina. El
resultado general indica una presencia tanto física como cultural mucho mayor
que la que se suponía oficialmente.
Influencia cultural
El tango, música afrorrioplatense.
Dice el Catálogo de la Exposición La historia negra del
tango realizado en el Museo Casa Carlos Gardel en 2010, sin indicación de
autor, que "….la mayoría de los afroporteños se inclinaban por las
comparsas “a la europea” cuyo repertorio era variado e incluía muchos géneros
europeos. Agrega que en la época de la Guardia Vieja hubo presencia de
compositores y músicos afroporteños por lo que un enfoque que se aparte de la
visión eurocéntrica que atribuye a los investigadores “permite inferir que aún
hay mucho, y original, por decir sobre la cuestión si se adopta un plano
analítico más amplio, integrador de un enfoque afrocéntrico”.
El investigador Héctor Benedetti dice que en el Río de la
Plata hay noticia que ya en 1810 se usaba el término “tango” para sitios donde
se bailaba pero que esa voz también circulaba en España como importada desde
Cuba dado que el “tango andaluz” es de raíz afrocubana. Cuando este género se
difunde en Sudamérica entre 1870 y 1880 la danza de los negros, que hasta el
momento se llamaba “milonga” pasó a llamarse “tango”, o sea que “la música y el
baile que los negros practicaban en sus “tangos” poco o nada tuvieron que ver
con la del tango que luego se difundiría. Los instrumentos que ellos usaban no
conseguirían la musicalidad que acabó imponiéndose; a lo sumo, establecieron
una base rítmica. Por otra parte, viejos grabados registraron un baile de
pareja suelta: exactamente lo contrario de la coreografía aceptada.” Respecto
de la influencia que pudieron haber tenido músicos de origen afroamericano,
Benedetti dice que fueron posteriores a 1850 y que ninguno de ellos tiene en
sus composiciones de tango –ni siquiera en las más tempranas- elemento alguno
reconocible como una conexión con la música tribal de los esclavos.
Además del ficticio moreno del Martín Fierro, fueron famosos
los payadores Gabino Ezeiza (1858-1916), payador y poeta, e Higinio Cazón.
El pianista y compositor Rosendo Mendizábal (1868-1913), compositor y músico de
tango, autor de El entrerriano (1897), era negro, así como Carlos Posadas
(1874-1918), compositor de tango, Enrique Maciel (1897-1962), guitarrista,
bandoneonista y compositor (autor de la música del vals La pulpera de Santa
Lucía), Horacio Salgán (compositor, director de orquesta y pianista), Cayetano
Silva, nacido en San Carlos (Uruguay) y autor de la música marcha San Lorenzo,
y Zenón Rolón (1856-1902), compositor académico quien escribió numerosa música
académica, como la Gran marcha fúnebre que en 1880 se ejecutó en honor al
Libertador José de San Martín al ser repatriados sus restos.
El historiador
Juan Álvarez, mediante el principio comparativo melorítmico de la escuela de
Berlín, estableció (más que posibles) filiaciones afro en estilos musicales
como el tango, la milonga campera, el caramba y el marote.
El habla coloquial del idioma español en la Argentina aduce
muchos términos africanos, por ejemplo mucama, bochinche, dengue, mondongo, quilombo,
marote, catinga, tamango, mandinga, candombe y milonga, empleándose muchos de
ellos en el lunfardo.
Asimismo, la población afroargentina del tronco
colonial mantiene por tradición oral en su habla coloquial y la letra de sus
cantos otros términos africanos que no permearon al lunfardo, como
"kalunga" para "cementerio", "mundele" para
persona blanca (en sentido despectivo) y cused, para "aquel/lla".
En
lo religioso, además de las festividades de carnaval, se encuentran
veneraciones a San Benito y San Baltasar, el rey mago negro, este aún venerado
popularmente en gran parte de la provincia de Corrientes, este del Chaco, este
de Formosa y norte de Santa Fe.
El racismo sigue siendo importante.
Los términos negro,
negrita, morocho y cabecita negra —dirigidos hacia personas de otra clase
social, pero con un fuerte contenido semántico vinculado a la etnia— siguen
siendo utilizados, aunque sus víctimas a menudo son personas de origen
amerindio e incluso de origen europeo.
Categorías raciales del período colonial
Durante la colonia, las autoridades españolas calificaron
como distintas "variedades" de "cruzas" aquellas derivadas
de la unión de personas negras africanas con personas de otros orígenes
étnicos. Los nombres utilizados fueron:
Mulato: (proviene del término “mula”): cruza de negro/a con
blanco/a.
Tercerón: cruza de blanco/a con mulato/a.
Cuarterón: cruza de blanco/a con tercerón/ona.
Quinterón: cruza de blanco/a con cuarterón/ona.
Zambo: cruza de negro/a con aborigen.
Zambo prieto: que tenía fuerte color negro.
Salto atrás: cuando un hijo era más negro que sus padres.
Socialmente, poseer una "cruza" en el árbol
genealógico era una mácula. Estas clasificaciones, al igual que otras
frecuentes en la cultura colonial, como "mestizo" o cholo, se
utilizaban para estigmatizar a las personas e impedir su ascenso social.
En
algunos casos, conocidas personalidades históricas se encontraron en esta
situación, como Bernardo de Monteagudo y Bernardino Rivadavia, los que fueron
calificados de "mulatos".
Inmigraciones posteriores al siglo XIX
Inmigrantes de Cabo Verde
Artículo principal: Inmigración caboverdiana en Argentina
Entre 12 000 y 15 000 descendientes de inmigrantes
provenientes de Cabo Verde viven en la Argentina; de ellos, unos 300 nacieron
en ese país africano.
Esta inmigración comenzó a fines del siglo XIX y se hizo
relevante a partir de la década del 20. Los períodos de mayor afluencia fueron
entre 1927 y 1933, y el tercero, después de 1946.44 Estas inmigraciones se
debieron principalmente a sequías en el país africano, que originaron hambrunas
y numerosas muertes.
Eran expertos marineros y pescadores, razón por la cual la
mayoría se estableció en lugares con puerto, como Rosario, Buenos Aires, San
Nicolás de los Arroyos, Campana, Bahía Blanca, Ensenada y Dock Sud. El 95 % de
ellos consiguió empleo en la Marina de Guerra, en la Marina Mercante, en la
Flota Fluvial Argentina, en YPF, en los astilleros o en ELMA.44
Inmigrantes de África
No hay datos oficiales sobre cuántos residentes en el país
provienen de África, pero datos no oficiales reflejan un aumento de la
inmigración en las últimas décadas. Hacia 2016, vivían unos 2000 senegaleses en
la Ciudad de Buenos Aires, según Ndathie “Moustafa” Sene, presidente de la
Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina. Y para ese mismo año, los
africanos en el país son cerca de 10 000, de acuerdo con estimaciones de
Otitigbe Oghoerore Alegbe, a cargo de la Asociación de Nigerianos en el Río de
la Plata.45
Desde 2004 hasta 2012, se resolvieron menos de cien permisos
de residencia anuales de ciudadanos senegaleses en la Argentina; de 2013 a
2016, hubo más de mil por año. Es la nación africana con más trámites anuales
de radicación, y está en el “top 20” entre todas las comunidades inmigrantes
del mundo que viven en Argentina, según la Dirección Nacional de
Migraciones.45
Nigeria es otro de los países de origen importante, aunque
el número de inmigrantes ha mermado. Con la crisis de 2001, muchos se fueron a
Estados Unidos aprovechando el pasaporte argentino. También figuran ciudadanos
de Costa de Marfil, Camerún, Ghana y Gambia.45
Es común que vuelen directamente desde sus lugares de
origen, o bien llegan con visa a Brasil, donde hay un consulado senegalés, y
desde ahí cruzan a la Argentina irregularmente con lanchas, canoas o camiones.
En este panorama, las mujeres aún están rezagadas; las que vinieron son
excepciones, y en general llegan ya con pareja.45
En la ciudad de Buenos Aires, en las zonas comerciales de
los barrios de Once, Liniers, Flores, Constitución y Retiro hay muchos
africanos que han venido escapando de la miseria de sus países, en especial
senegaleses. Según la «Agencia para Refugiados en Buenos Aires», piden asilo,
consiguen una visa para Brasil, y luego viajan a la Argentina, en algunos casos
como polizones en los barcos. Se dedican principalmente a la venta ambulante.
Cuando se les niega el permiso de residencia, permanecen en el país sin estatus
legal y se convierten en blanco de la red de tráfico de personas. Los domingos,
una parte de la comunidad senegalesa se junta para comer platos típicos de su
país. Algunos locales ya tienen recetas de platos africanos.46
Durante el siglo XXI, los africanos que escapan de sus
países de origen por ser explotados, perseguidos por guerras, o por razones religiosas,
ideológicas o políticas, arribaron como polizones al país, en especial al
puerto de Rosario, provincia de Santa Fe. Aunque las cifras son exiguas, se
incrementan año tras año: en 2008, arribaron buscando refugio 70 personas,
contra unas 40 del año anterior, pero solo 10 permanecieron; el resto fue
repatriado. Muchos son menores de edad.47 Suelen subirse a los barcos sin
saber adónde se dirigen, o creyendo que van a algún país desarrollado del
hemisferio norte. Provienen de Nigeria, Costa de Marfil, y Guinea.47
El primer africano que inició en Rosario esta nueva
inmigración llegó con 12 años, en 2004. Fue adoptado por una familia, pero la
mayoría no tuvo la misma suerte. Muchos de los niños han sido alojados en
hogares transitorios y muchos adultos viven en habitaciones rentadas y ganan
dinero como vendedores ambulantes. Algunos formaron familia y se establecieron;
otros se convirtieron en delincuentes.47
Dominicanos
Artículo principal: Inmigración dominicana en Argentina
A comienzos de la década de 1990 y hasta la crisis económica
de 2001, como resultado de una política de conversión peso-dólar, existió una
corriente migratoria de países pobres que venía al país a trabajar para ganar
salarios altos medidos en dólares y volverse a su país de origen con mucho
dinero ganado. Comenzaron entonces a llegar mujeres dominicanas de ascendencia
africana, muchas de ellas para ejercer la prostitución, ya sea en forma
voluntaria o por haber caído en alguna red de trata de personas.48
Una segunda ola de inmigrantes de esta clase se inició en
2008: las peticiones de dominicanas para radicarse en el país pasaron de 663 en
2007 a 1168 en 2008, según estadísticas de la Dirección de Migraciones. Las
autoridades dispusieron controles con el fin de descubrir a falsas turistas y
combatir a las mafias que las traían. Fue así como en abril de 2009 unas 166
dominicanas fueron rechazadas y devueltas a su país.4849
Distribución territorial de los inmigrantes actuales
Porcentaje de africanos en Argentina por provincia según el
censo 2010.
El censo argentino de 2010 registró 2.738 personas nacidas
en África (sin distinguir por raza ni región del continente). La siguiente
tabla muestra la distribución en las 23 provincias y la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires:50
Rango Provincia Nacidos en África Porcentaje
1 Bandera
de la Ciudad de Buenos Aires Ciudad de Buenos Aires (ciudad autónoma) 1.176 43,00
%
2 Bandera
de la Provincia de Buenos Aires Buenos Aires Provincia 839 30,64
%
3 Bandera
de la Provincia de Córdoba Córdoba 143 5,22 %
4 Bandera
de la Provincia de Entre Ríos Entre Ríos 82 2,99 %
5 Bandera
de la Provincia de Mendoza Mendoza 77 2,81 %
6 Bandera
de la Provincia de Santa Fe Santa Fe 73 2,66 %
7 Bandera
de la Provincia de Salta Salta 50 1,82 %
8 Bandera
de la Provincia del Río Negro Río Negro 42 1,54 %
9 Bandera
de la Provincia del Neuquén Neuquén 38 1,38 %
10 Bandera de
la Provincia del Chubut Chubut 26 0,95 %
11 Bandera de
la Provincia de Corrientes Corrientes 23 0,84 %
12 Bandera de
la Provincia de San Juan San Juan 21 0,76 %
13 Bandera de
la Provincia de La Pampa La Pampa 18 0,66 %
Bandera de la Provincia de Tucumán Tucumán 18 0,66
%
15 Bandera de
la Provincia de Catamarca Catamarca 17 0,62 %
16 Bandera de
la Provincia de Misiones Misiones 16 0,58 %
17 Bandera de
la Provincia de Santa Cruz Santa Cruz 14 0,51 %
18 Bandera de
la Provincia de Santiago del Estero Santiago del Estero 13 0,47 %
19 Bandera de
la Provincia del Chaco Chaco 11 0,44 %
20 Bandera de
la Provincia de Tierra del Fuego Tierra del Fuego 10 0,36 %
21 Bandera de
la Provincia de La Rioja La Rioja 9 0,33 %
Bandera de la Provincia de San Luis San Luis 9 0,33
%
23 Bandera de
la Provincia de Formosa Formosa 6 0,22 %
Bandera de la Provincia de Jujuy Jujuy 6 0,22
%
TOTAL Bandera de
Argentina Argentina 2.738 100 %
Sexo y grupos de edad
Según el censo argentino de 2010, del total de 2.738
personas nacidas en África, 1.825 son hombres y 913 mujeres. Del total de
hombres, 74 tienen entre 0 y 14 años, 1.514 entre 15 y 64, y 237 son mayores de
65 años de edad. Del total de mujeres, 45 tienen entre 0 y 14 años, 593 entre
15 y 64, y 275 son mayores de 65 años de edad.51
Racismo en la Argentina relacionado con el tono de piel
Artículo principal: Racismo en Argentina
En la Argentina, al igual que en los demás países de
América, el racismo relacionado con el tono de la piel o el origen africano de
las personas se remonta a los tiempos de la dominación colonial. En el régimen
de castas impuesto por España, los descendientes de personas provenientes del
África negra ocupaban un lugar aún más bajo que los descendientes de personas
pertenecientes a los pueblos originarios.
El racismo colonial pasó en cierta medida a la cultura
argentina, como lo muestran ciertas frases incluidas en la literatura nacional.
Se representaron disputas con tinte racista en un famoso pasaje del libro de
José Hernández, el Martín Fierro (La ida), publicado en 1870, en el que el
personaje principal se bate a duelo con un gaucho negro luego de insultar a su
novia e insultarlo con el siguiente verso:
A los blancos hizo Dios,
a los mulatos San Pedro,
a los negros hizo el diablo
para tizón del infierno. (cap. 7)
Ocho años después, en 1878 Hernández publica la segunda
parte de su famoso libro, en el que Fierro sostiene una famosa payada en la que
debate temas filosóficos (como la vida, la creación, la existencia, etc.) con
otro gaucho negro que resulta ser un hermano del anterior. Demostrando la
evolución del personaje y probablemente de la sociedad argentina en procesos de
recibir a millones de inmigrantes europeos, en esta oportunidad Martín Fierro
evita el duelo cuando este parecía inevitable.
La invisibilización deliberada de los negros y su cultura,
ha sido una manifestación notable del racismo en la Argentina, relacionado con
el tono de la piel.
El 9 de octubre de 2006, se creó el Foro de
Afrodescendientes y Africanos en la Argentina, con el objetivo de promover el
pluralismo social y cultural y la lucha contra la discriminación de esa
población. En ese acto, la presidenta del Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), María José Lubertino,
reconoció la invisibilización de los afroargentinos con las siguientes
palabras:
Los afros en la Argentina han sido invisibilizados y hoy
siguen invisibles. Este es el resultado de un proceso de diáspora producido por
el esclavismo y su transformación en servidumbre... La actual estratificación
social los ubica en la pobreza.52
Un tipo especial de discriminación se ha generalizado desde
mediados del siglo XX utilizando términos despectivos como cabecitas negras,
negros cabezas, negros y negrada, y que están relacionados fundamentalmente con
personas de clase baja (independientemente de su origen étnico o racial) como
resultado de la "racialización de las relaciones sociales".53
En esta manifestación particular del racismo en la
Argentina, se ha unificado en el término negro la discriminación de personas de
piel oscura o relativamente oscura en general, sin distinguir entre amerindios,
negros, blancos con un alto grado de mestizaje o personas de cualquier otro
origen racial que tengan una tonalidad de piel más oscura que el de los nativos
europeos.
Una manifestación de este racismo actual se encuentra en los
cánticos por las hinchadas de fútbol, en las que la discriminación por etnia o
nacionalidad es conspicua; en una de ellas por ejemplo se describe
peyorativamente a los hinchas de Boca Juniors como "negros sucios de
Bolivia y Paraguay".5455
Contrariamente, el término negro también se usa sin
connotación negativa, y frecuentemente es usado como apodo para personas con
dichas tonalidades de piel.